Felipe y yo


Después de probar en varias instituciones y por circunstancias de la vida preguntando y buscando incansablemente me recomendaron SOLYLUNA; aquí estoy muy contenta y la escuela no la cambio por nada, las terapias han sido más efectivas, tengo médicos especialistas, me han apoyado con la visión del niño (Felipe es carente visual), tengo acceso a los medicamentos que requiere y puedo llevarlo con los mejores médicos y los mejores hospitales. La alimentación es de primera, el niño come cosas saludables y en la rehabilitación he visto que poco a poco ya se sienta, y yo me siento inmensamente feliz porque convivo con él, me disfrazo, salimos a pasear.

Yo doy todo lo mejor de mí día con día, Felipe ha salido adelante desde que nació, ya que al ser prematuro nos dijeron que se iba a morir y ahora lo veo creciendo y rehabilitándose. Me siento muy contenta al verlo tan bien, recibe todo lo que requiere y en cuanto a mi hago el esfuerzo para sacarlo adelante, es mi motivo para seguir en la lucha. 

Esta es la anécdota de doña Soco, una abuelita de 67 años, llena de energía y ánimos. Tengo el privilegio de escucharla y escribir un pedacito de su historia, esperaba escuchar que se cansaba o que se sentía agobiada sin embargo solo escuché que se siente feliz y motivada. Su vida es un ejemplo para muchas de nosotras, siempre tiene una sonrisa y siempre está dispuesta a participar y dar lo mejor de sí. Le pregunté cual era su secreto para nunca cansarse y con una gran sonrisa me dice: reír todo el día.
Por Alejandra Cardós

No hay comentarios :

Publicar un comentario